jueves, 28 de febrero de 2013

Los amores imaginarios


   El día parecía raro. Bueno, a decir verdad, desde hacía tiempo casi todos los días lo eran. Sin embargo, aquella mañana me desperté con una extraña sensación de melancolía que parecía haberse hecho dueña de toda mi existencia. Me acerqué a la ventana. Todo, absolutamente todo, seguía igual que los días anteriores: frente a mis ojos se situaba un horizonte formado por el asimétrico renglón de infinitos edificios ocupados a su vez por miles de almas que, como yo, ya estarían preparándose para dar sentido al nuevo día en sus vidas.

   Aquel pensamiento me sobrecogió. ¿Realmente despertamos cada día con la idea natural de construir nuestras vidas o, tal vez, sólo somos simples marionetas que el destino mueve a su antojo? No sabía que responderme a mí mismo. Tampoco tenía la más mínima intención de hacerlo. Sabía por experiencia que los días nostálgicos, al menos para mí, no eran buenos y no estaba dispuesto a pasarme el día amargado. Me vestí y salí a la calle; como aún me quedaba mucho tiempo para entrar a trabajar, pensé que podría desayunar tranquilamente en alguna cafetería de camino a la oficina.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Tal vez....


   A veces me pregunto qué es la vida. ¿Tal vez un instante eterno que, como un libro, lleva escrito cada uno de los momentos en que hemos reído o hemos llorado? ¿O es quizá un frágil cuento imaginario al que nos esforzamos por pintarle colores aún sabiendo que tal vez mañana esos mismos dibujos habrán sido sustituídos por otros nuevos?

   Hace tiempo me habitué a utilizar la coletilla "tal vez.....". Buscaba relativizar el tiempo, la vida, la eternidad.... o quién sabe si a mí mismo. Y es que nunca tuve miedo del mañana. Seguramente porque el mañana ya me había robado tantas cosas que amaba a lo largo del tiempo que me acostumbré a tratarlo de tú a tú, sin sentir la necesidad de rogarle. No le pedía nada porque tenía todo aquello que anhelaba y me era suficiente. 

   Pero tal vez me equivoqué.......en realidad todo ello no era más que una quimera. Me bastó que el futuro volviera amenazante sus ojos a mí para comprender que siempre se necesita un mañana para construír el hoy, para dar sentido a todo cuanto se siente e, incluso, para arrancarle de sus manos eso que él está dispuesto a llevarse sin pedir permiso: los sueños.

   No sé si sabré aguantarle la mirada al mañana cuando al fin estemos frente a frente. Tal vez sí, tal vez no. Quizá ese día alguno de los dos, el mañana o yo, hayamos aprendido la lección de qué es la vida; aunque para entonces ya no habrá cuentos imaginarios por soñar si el mañana, ese maldito mañana, me roba mi.....tal vez.